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En un tiempo donde no abundan los soñadores, ni tampoco los locos cuerdos que quieran desfacer entuertos en nuestro mundo, Punto de Encuentro, quiere ser una instancia de diálogo para ayudar en la construcción de una sociedad más humana. Recordando al Quijote, ojalá hayan más que tomen su lanza y escudo para recuperar nuestra capacidad de soñar y de tomar el riesgo de la aventura.
madrid- La nómina de pintores es abrumadora. Van Gogh, Cézanne, Matisse, Kokoschka, Dalí, Miró, Modigliani, Balthus, Bacon, Hockney, y así hasta 60 artistas convocados bajo la batuta del gran maestro de ceremonias del arte del siglo XX, Pablo Picasso. La exposición, abierta hasta el 20 de mayo y organizada conjuntamente entre el Thyssen, la Fundación Caja Madrid y el Kimbell Art Museum de Forth Worth (Texas), a donde viajará después, fue calificada ayer de «hito», «acontecimiento irrepetible» y de «ocasión única».
Y no solamente por ser una exposición con cuadros y esculturas de primerísima calidad. Es también la primera vez que un museo revisa la evolución del retrato como género pictórico en el siglo XX, según proclamaron los comisarios de la muestra, Paloma Alarcó (conservadora del Thyssen) y Malcom Warner, del Kimbell Art Museum. «Es una exposición que no se podrá ver nunca más», explicó Tomás Llorens, promotor de la muestra en su etapa como conservador jefe del museo. «Cada vez es más difícil organizar grandes exposiciones, y dentro de cinco años aún lo será más», añadió.
Éstas son las credenciales de «El espejo y la máscara. El retrato en el siglo de Picasso», un intento de explorar el fecundo campo de experimentación en que se convirtió este viejo género del arte para las vanguardias históricas y la pintura posterior.
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