Neptuno nos sonríe
22 de diciembre.-
57º 58' S 67º 37' O
Seguimos en el paso de Drake. El viento, hasta ahora en contra, nos ha dado una tregua y hemos conseguido aumentar la velocidad a los seis nudos. Si todo sigue así y cumplimos nuestras previsiones de navegar 100 millas diarias llegaremos a la costa polar en cuatro días.
Con cuatro grados de sensación térmica y un cielo que no llega a anochecer en todo el día, cada milla de descenso vamos notando que nos acercamos al Círculo Antártico. Laureano ya empieza a estudiar las primeras aves que nos encontramos, como los albatros que juguetean con las olas para llamar nuestra atención. Además, hemos hecho los primeros experimentos científicos de salinidad, y todo parece estar dentro de la normalidad. La que puede haber en un lugar por donde aún no ha pasado ningún barco. Ningún avión.
Esta mañana, Fran y yo reflexionábamos durante nuestro turno de guardia sobre qué pensarían los navegantes que, por primera vez, cruzaban estas aguas hace 400 años. Tres horas en vela dan para pensar mucho, y para gobernar el barco, vigilar el horizonte, atar cabos y mover la botavara, con el estómago ya acostumbrado al oleaje y sin mareos.
Parece que el brindis que hicimos en puerto ha funcionado. El capitán nos sirvió una copa que había que ofrecer a Neptuno, que después de todo, ha sido benévolo con esta expedición.
Saludos Polares.
De El Blog más frío del mundo
El Mundo.es
57º 58' S 67º 37' O
Seguimos en el paso de Drake. El viento, hasta ahora en contra, nos ha dado una tregua y hemos conseguido aumentar la velocidad a los seis nudos. Si todo sigue así y cumplimos nuestras previsiones de navegar 100 millas diarias llegaremos a la costa polar en cuatro días.
Con cuatro grados de sensación térmica y un cielo que no llega a anochecer en todo el día, cada milla de descenso vamos notando que nos acercamos al Círculo Antártico. Laureano ya empieza a estudiar las primeras aves que nos encontramos, como los albatros que juguetean con las olas para llamar nuestra atención. Además, hemos hecho los primeros experimentos científicos de salinidad, y todo parece estar dentro de la normalidad. La que puede haber en un lugar por donde aún no ha pasado ningún barco. Ningún avión.
Esta mañana, Fran y yo reflexionábamos durante nuestro turno de guardia sobre qué pensarían los navegantes que, por primera vez, cruzaban estas aguas hace 400 años. Tres horas en vela dan para pensar mucho, y para gobernar el barco, vigilar el horizonte, atar cabos y mover la botavara, con el estómago ya acostumbrado al oleaje y sin mareos.
Parece que el brindis que hicimos en puerto ha funcionado. El capitán nos sirvió una copa que había que ofrecer a Neptuno, que después de todo, ha sido benévolo con esta expedición.
Saludos Polares.
De El Blog más frío del mundo
El Mundo.es
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