Jorge Luis Borges
Ayer, aparte del cumpleaños de mi nieta, se cumplieron 20 años de la muerte de Jorge Luis Borges lo que fue recordado en diferentes partes del mundo.
En Ginebra, Suiza, la embajada argentina organizó el acto de homenaje a Borges frente a la tumba donde descansan sus restos. En el Plainpalais -en el 10, Rue des Rois- los restos del autor de El Aleph descansan desde hace 20 años como fue su deseo, entre flores azules y árboles centenarios, con una simple una lápida con su nombre y un epitafio en inglés antiguo "And ne forhtedon na".
La tumba número 735 se identifica por la lápida en piedra tallada con una cruz de Gales y la inscripción "1899/1986". El epitafio significa en arcaica lengua anglosajona "y sin temer nada". Proviene de un poema épico "La batalla de Maldon" en el que un guerrero arenga a sus hombres antes de morir peleando contra invasores vikingos en Essex, Inglaterra, en el siglo X. En este homenaje estuvo presente la esposa del poeta María Kodama
“Borges decía que en Ginebra había pasado una época maravillosa de su vida. Se sentía cómodo porque sentía que no había invasión en su vida”, ha explicado recientemente su viuda, María Kodama, interrogada sobre los motivos que llevaron al escritor a decidir que sus últimos días los pasaría lejos de su amada Buenos Aires, que lo había visto nacer el 24 de agosto de 1899.
Según Kodama, defensora del legado de su marido y con quien se casó meses antes de su muerte, “Borges adoraba Buenos Aires porque su obra la hizo allí y allí vivió, pero él decía que era dueño de elegir el lugar para morir como él quería”.
“En Buenos Aires hubiese sido un infierno. Él no quería eso, quería una cosa tranquila y serena”, dice Kodama. “Borges había quedado muy impresionado por la publicación de unas fotos de (Ricardo) Balbín, cuando estaba en terapia intensiva”, en referencia al caudillo de la Unión Cívica Radical fallecido el 9 de septiembre de 1981.
“Esa falta de respeto lo horrorizó. No había cosa que más despreciara que la falta de sensibilidad”, recuerda su viuda al explicar por qué Borges quiso morir en Ginebra, ciudad a la que había llegado con 15 años luego de que su padre, Jorge Guillermo Borges, se jubilara y decidiera emprender un viaje a Europa para someterse a un tratamiento oftalmológico.
En Ginebra, “mucha gente lo reconocía cuando paseábamos por la calle, pero sólo sonreían. No se acercaban ni le hablaban. Él podía hacer su vida suya. Cómo él decía, podía ‘ser ese yo, sin toda la carga’ que aportaba su apellido”, subraya Kodama, quien después de su casamiento con Borges por poder, vía Paraguay, en abril de 1986, partió con él hacia Europa.
“Estaba contentísimo porque pudo ver una retrospectiva del pintor suizo Johann Heinrich Füssli, sobre todo una de sus obras más célebres titulada La pesadilla, y porque pudo mantener un diálogo abierto con intelectuales de toda Europa”, recuerda su viuda.
"Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído", dijo Borges alguna vez. En este aniversario de su muerte, la invitación es a leer alguno de sus libros y también comentar que se ha hecho por su recuerdo en algunos lugares del mundo
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