TODO TIENE SU TIEMPO Y SAZÓN
Quiero compartir lo escrito por Anselm Grun.
"Vosotros tenéis relojes, nosotros tenemos el tiempo". Según se dice, ésta es la respuesta que dió un indio a un atrevido hombre de negocios blanco. Detrás de esa respuesta se oculta una profunda visión de las actitudes humanas frente a los retos y posibilidades de la vida, porque pone de relieve con toda claridad la oposición entre la concepción mecánica y la concepción espiritual del tiempo.
Los griegos sabían distinguir entre chronos y kairós. Chronos es el tiempo mensurable. Por eso hablamos de cronómetros, medidas del tiempo. En el mundo occidental nos sometemos al tiempo mensurable, chronos y nos guiamos por él. Nos damos una cita con la presición de minutos, miramos nerviosamente el reloj para ver si el citado se ha dado cuenta de la precisión temporal y si nosotros llegamos con puntualidad a la cita. Todo tiene que cumplirse a tiempo preciso. El tiempo mensurable nos obliga a encorsetar nuestra vida en módulos estrechos. El dios del tiempo, chronos, es un tirano.
Los indios prefieren venerar al dios Kairós. Kairós es el momento favorable, el tiempo oportuno. Chronos mide la cantidad, la duración del tiempo; a kairós le interesa su calidad, es decir, el momento oportuno que hay que agarrar y retener, el momento al que me entrego, en el que vivo a vida llena. En el concepto de tiempo entienden los indios el momento favorable, y se entregan a él. Disfrutan del tiempo, lo viven. El que se somete a los dictados de Chronos no vive el tiempo como el momento favorable y gratificante, sino como una tiranía. Los indios perciben el tiempo. Si me centro totalmente en el momento presente, experimento el tiempo, lo vivo. Y sucede que en esos momentos el tiempo se queda quieto. En esa quietud veo el momento oportuno para permanecer en mí o para ejecutar algo fuera de mi, dejar que algo crezca o tomar una decisión nueva. De este tiempo dice un sabio del Antiguo testamento en el libro titulado Qohélet, que dió unidad a la sabiduría de Grecia e Israel:
Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol:
tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de derruir, tiempo de construir:
tiempo de llorar, tiempo de reir;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar (Qo 3, 1-4)
"Vosotros tenéis relojes, nosotros tenemos el tiempo". Según se dice, ésta es la respuesta que dió un indio a un atrevido hombre de negocios blanco. Detrás de esa respuesta se oculta una profunda visión de las actitudes humanas frente a los retos y posibilidades de la vida, porque pone de relieve con toda claridad la oposición entre la concepción mecánica y la concepción espiritual del tiempo.
Los griegos sabían distinguir entre chronos y kairós. Chronos es el tiempo mensurable. Por eso hablamos de cronómetros, medidas del tiempo. En el mundo occidental nos sometemos al tiempo mensurable, chronos y nos guiamos por él. Nos damos una cita con la presición de minutos, miramos nerviosamente el reloj para ver si el citado se ha dado cuenta de la precisión temporal y si nosotros llegamos con puntualidad a la cita. Todo tiene que cumplirse a tiempo preciso. El tiempo mensurable nos obliga a encorsetar nuestra vida en módulos estrechos. El dios del tiempo, chronos, es un tirano.
Los indios prefieren venerar al dios Kairós. Kairós es el momento favorable, el tiempo oportuno. Chronos mide la cantidad, la duración del tiempo; a kairós le interesa su calidad, es decir, el momento oportuno que hay que agarrar y retener, el momento al que me entrego, en el que vivo a vida llena. En el concepto de tiempo entienden los indios el momento favorable, y se entregan a él. Disfrutan del tiempo, lo viven. El que se somete a los dictados de Chronos no vive el tiempo como el momento favorable y gratificante, sino como una tiranía. Los indios perciben el tiempo. Si me centro totalmente en el momento presente, experimento el tiempo, lo vivo. Y sucede que en esos momentos el tiempo se queda quieto. En esa quietud veo el momento oportuno para permanecer en mí o para ejecutar algo fuera de mi, dejar que algo crezca o tomar una decisión nueva. De este tiempo dice un sabio del Antiguo testamento en el libro titulado Qohélet, que dió unidad a la sabiduría de Grecia e Israel:
Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol:
tiempo de nacer, tiempo de morir;
tiempo de plantar, tiempo de arrancar;
tiempo de matar, tiempo de sanar;
tiempo de derruir, tiempo de construir:
tiempo de llorar, tiempo de reir;
tiempo de hacer duelo, tiempo de bailar (Qo 3, 1-4)
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